resulta complicado expresar con palabras el dolor desgarrador de saber secuestradas en tales circunstancias a nuestras jóvenes hijas, es un inmenso sufrimiento que no se extingue, y no podemos evitar las lágrimas cada vez que pensamos en ellas o miramos sus objetos personales y sus fotos. Nos angustia y crece nuestro suplicio al no saber nada de ellas y vivimos sin vivir..
Madres de mujeres secuestradas.
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